Relevo generacional en la empresa: dos visiones a la hora de trabajar, un objetivo común
Gestión de personas
El paso del tiempo no solo transforma las personas también redefinen las empresas. Sea cuál sea su perfil —familiares, con pocos recursos, pero mucha historia — viven un momento clave que suele pasar desapercibido: el relevo generacional. Y no me refiero solo al cambio en los puestos de trabajo. Me refiero también al choque cultural profundo entre dos maneras de ver y vivir el trabajo: la de los jóvenes que empiezan y la de los trabajadores que están a punto de concluir un proyecto laboral y tienen un recorrido sólido.
Dos visiones del mundo laboral
La juventud llega con ideas nuevas, energía y una manera muy diferente de entender qué quiere decir "trabajar bien". Buscan sentido, equilibrio, tecnología, autonomía. No tienen miedo de decir que quieren conciliación, que no quieren quedarse en una empresa si no se sienten valorados o no les encaja. Esto, en sí mismo, no es ni bueno ni malo: es la señal del tiempo y un cambio de paradigma del sector laboral.
Por otro lado, tenemos trabajadores/as séniors con décadas de experiencia, con una cultura del esfuerzo basada en la constancia, la lealtad y el "hacer horas" y viven el trabajo como parte de su identidad. Conocen mejor que nadie los clientes, el funcionamiento interno y los errores que no hace falta volver a repetir. Pero a menudo se sienten desplazados en un mundo laboral que ya no habla su idioma y donde la edad de jubilación cada vez es más tardana.
El problema no es que sean diferntes, sino que a menudo no encuentran espacios para entenderse.
El peligro de perderlo todo en silencio
Hay empresas donde, literalmente, se está perdiendo el conocimiente por el simple hecho de no planificar el relevo. No hay tiempo, no hay herramientas, nadie quiere "molestar" a la persona veterana con formaciones, y nadie quiere pedir a los jóvenes que absorban información de un trabajo que quizás no saben si querrán hacer a largo plazo.
Esta desconexión es especialmente peligrosa en sectores como la industria, la artesanía, el comercio o la gestión administrativa, donde muchos procesos clave no están escritos en ningún manual y donde el mentoraje es esencial en la mayoría de estos oficios que se están perdiendo.
Conseguir que se hablen
Desde recursos humanos, vemos claramento que es necesario facilitar espacios reales de intercambio. Y no hablo de reuniones formales, sino de mentorias informales, proyectos compartidos, formación cruzada. Que un trabajador próximo a la jubilación pueda trasnmitir aquello que sabe y, a la vez, aprender de las herramientas digitales o nuevos enfoques que trae la gente joven.
Y, sobretodo, se debe reconocer y valorar lo que cada uno pueda aporar. Ni la gente jóven son "poco trabajadores", ni los/las sénior son "antiguos". Simplemente, son generaciones diferentes que pueden enriquecerse mutuamente si se dan la oportunidad. Un intercambio bidireccional que puede enfocarse hacia un camino común, nutriendo el tejido empresarial para continua creciendo.
Conclusiones para no perder el tren
Tenemos la gran oportunidad de aprovechar este momento de traspaso para hacer las cosas mejor. Si no lo hacemos, perderemos experiencia, talento y cohesión. En cambio, si sabemos gestionarlo bien, podemos tener equipos más completos, más diversos y más preparados para el futuro.
El cambio generacional es inevitable. La clave es que no sea un choque, sino un diálogo.