La importancia de registrar las marcas
LegalCuando nos compramos una propiedad acostumbramos a tener mucho cuidado con que quede registrada a nuestro nombre. Deberíamos, pues, dar la misma importancia al hecho de registrar una marca.
Ante todo, aclarar un punto que, a menudo, no tenemos claro del todo: una marca no “se patenta”, sino que “se registra”. La marca y la patente, a pesar de estar integradas dentro del concepto Propiedad Industrial, no son lo mismo y no deben confundirse.
La marca es un signo distintivo y diferenciador, que tiene la función de distinguir un producto o servicio frente a los productos o servicios de la competencia.
La patente es una creación innovadora, ya sea de un producto o de un procedimiento, con fines industriales.
Aclarado esto, decir que tener registrada nuestra marca, aunque no es un trámite obligatorio, sí que es una cuestión a tener muy presente cuando dirigimos un negocio. Se trata de un paso fundamental para poder hacer uso comercial de forma segura.
¿Por qué es tan importante tener nuestra marca registrada?
En primer lugar, para proteger a nuestros intereses. Sin duda, la principal ventaja es disponer de la exclusividad a la hora de utilizar nuestro signo distintivo e impedir que terceros puedan comercializar productos y/o servicios idénticos o similares con el mismo nombre o uno tan parecido que pueda crear confusión al consumidor e Incluso afectar a nuestra reputación, si la calidad que ofrece la competencia es inferior o deficiente.
La marca aporta también un valor intangible: revaloriza nuestro negocio. Los consumidores valoramos la reputación, la imagen, la confianza que genera y el conjunto de cualidades que asociamos a una marca concreta y, por esos motivos, estamos dispuestos a pagar más por el producto de una marca que reconocemos.
Debemos tener presente que los derechos sobre la propiedad de una marca los adquirimos a partir del momento en que la registramos.
Por tanto, si no la tenemos registrada, corremos el riesgo de que un tercero se nos avance y la registre, aprovechando que la tenemos desprotegida. A partir de ahí, este tercero podría impedir, por vía legal, que la seguiéramos utilizando, aunque haga tiempo que la estemos comercializando.
Podemos caer en el error de pensar que no nos va a pasar a nosotros. Desgraciadamente, este tipo de situaciones son más comunes de lo que a priori nos puede parecer y poco podremos sacar de ellas si no la tenemos inscrita de forma oficial.
En definitiva, si no tiene su marca registrada, el consejo es que lo enmiende lo antes posible. Poner remedio le puede ahorrar más de un dolor de cabeza.